viernes, 6 de mayo de 2011

Lo Peligroso de la Inclusión


LO PELIGROSO DE LA INCLUSIÓN
Puede resultar peligroso el uso de la palabra inclusión. Si la analizamos semánticamente ésta refiere al hecho de poner algo dentro de otra cosa o dentro de sus límites, lo cual, puede ser traducido de muchas formas. En este caso, una conducta dentro de un marco ideológico de determinada sociedad.

           En nuestra sociedad el que no está dentro es aquel que no cumple con lo establecido, el que no sigue lo dictado por la mayoría, implicando,así, la pérdida de la libertad individual, esto, porque ya hay una vereda -norma- a seguir, si te sales de la vereda, te sales, también, del grupo. Con libertad individual, me refiero a poder pensar, sentir y actuar sin coerción social.

La norma social, vendría a ser el tótem de Freud (1988), porque esta se respeta, no se viola, se procura, pero a veces, también, se permite, en casos muy particulares, romperla. Es el mismo proceso, si no respetas la regla, puedes merecer la muerte, el exilio, el encarcelamiento, los peores castigos: la marginación total o parcial dentro del sistema social. Acá la norma, las leyes sociales o morales, representa a la sociedad y la sociedad al padre, el cual, en su norma reprime al hijo, este la acepta, pero sabe que respetándola, tarde o temprano, él también llegará a emplearla en otro, llegando así a tomar el tan añorado lugar de poder que simboliza la figura paterna: Autoridad. La sociedad aplica al individuo la norma, pero el individuo en su pequeño círculo social, también busca imponerla, y es así como la norma se vuelve omnipresente y omnipotente.

Necesidad de Igualdad


Necesidad de igualdad

     La igualdad es un intento por tener el control del entorno. Ahora explicaré por qué, el hombre tiene una necesidad de igualdad, en otras palabras, quiere homogeneidad, si no hay altibajos, si hay una constante, significa que ese “algo”, poseedor de dichas características, es manipulable, controlable.

     Bauman (1998), señala en el hombre una apetencia del orden (Gallimard, 1976), la cual es un “intento por imponer uniformidad” (p.130) entre los seres humanos. Y sí, es imponer, porque estos intentos la mayoría de las veces son producto de una minoría: autoridades religiosas, políticas, económicas, intelectuales, etc; los cuales terminan volviéndose sistemas complejos de regulación social acatados únicamente por el resto de la población a la que pertenece dicha minoría. Es decir, no son sistemas creados por consenso, si no establecidos de arriba hacia abajo. Al mismo tiempo, suelen ser, sistemas prescritos, que si es verdad, han ido evolucionando, tienden a ser inamovibles en su núcleo central. Además, recordemos que “toda prescripción es la imposición de la opción de una conciencia sobre la otra” (Freire, 2006, p.45).

     Ahora, refirámonos a la uniformidad. Esta es la cualidad de lo igual. Lo desconocido e impredecible siempre ha resultado peligroso a los ojos del hombre -desde los primeros años de la humanidad el hombre temía de la naturaleza porque le era desconocida, por eso necesita imponer márgenes, límites, leyes, normas; crear sistemas específicos de conducta, pensamiento y sentimientos, para poder tener el control de lo más mutable en este planeta: el ser humano. Para buscar ese orden que le proporciona la igualdad, la constancia.

     Freud (1999) ve el orden como “una especie de impulso de repetición que establece, de una vez para todas, cuándo, dónde y cómo debe efectuarse determinado acto” (p.86), de modo que se crea un molde para ser humano. Un orden a seguir. Una normalidad.